
Cuando empiezas a caminar entre sus montañas, entre sus arrozales, te sientes de allí. No observas con ojos de turista si no con mirada de añoranza, de envidia de no pertenecer a esas tierras. Y eso que allí la vida es dura. Los niños supuestamente van a la escuela sólo hasta las 11 de la mañana porque después tienen que ayudar en el campo (como se puede apreciar en la foto). Y digo supuestamente porque por cada aldea que pasábamos, había unos edificios enormes, bien conservados y cuidados, a diferencia del resto de casas hechas de adobe y paja. Estos edificios eran las escuelas y entonces admirabas esa sociedad donde tanta importancia le daban a la educación. Pero,...., por desgracia, siempre estaban vacías. En cambio, en los caminos te cruzabas con multitud de niños en los arrozales, tirando de sus bueyes, o acompañando al ganado , o cuidando de los hermanos pequeños. El problema?...... que aún no eran las 11 de la mañana!.