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miércoles, 1 de agosto de 2007

Sapa y el arroz

Cuando estás en Sapa, te olvidas de que perteneces a ese paisaje compuesto de edificios grises y altos como llorando al cielo.
Cuando empiezas a caminar entre sus montañas, entre sus arrozales, te sientes de allí. No observas con ojos de turista si no con mirada de añoranza, de envidia de no pertenecer a esas tierras. Y eso que allí la vida es dura. Los niños supuestamente van a la escuela sólo hasta las 11 de la mañana porque después tienen que ayudar en el campo (como se puede apreciar en la foto). Y digo supuestamente porque por cada aldea que pasábamos, había unos edificios enormes, bien conservados y cuidados, a diferencia del resto de casas hechas de adobe y paja. Estos edificios eran las escuelas y entonces admirabas esa sociedad donde tanta importancia le daban a la educación. Pero,...., por desgracia, siempre estaban vacías. En cambio, en los caminos te cruzabas con multitud de niños en los arrozales, tirando de sus bueyes, o acompañando al ganado , o cuidando de los hermanos pequeños. El problema?...... que aún no eran las 11 de la mañana!.

miércoles, 30 de mayo de 2007

AHORA SÍ QUE SÍ!!!

Bueno, ahora sí que sí. Sólo nos quedan 2 días para coger un avión rumbo a Vietnam y Camboya.

Supongo que nuestro siguiente artículo ya será escrito a miles de kilómetros de aquí.

Entre los nervios y los ¿preparativos?, no creo que tenga tiempo de volver a escribir nada antes de irnos.

En fin, que gracias a los que nos estáis siguiendo (o sea, Bichitos y Viajero Insatisfecho), a pesar de no contar nada interesante ultimamente. Espero que desde allí podamos ser más ocurrentes (seguro que si, aunque sólo sea describiendo lo que estamos viendo).

Y a los que me han dicho que también nos seguirán,... ¡a ver si es verdad!, jejejeje.

Blas, nuestro vietnamita va de p... madre (vamos, que aún no aprendimos a decir no "hola", pero confío en que en las 14 horas de vuelo podamos aprendernos por lo menos las 4 palabrillas que vienen en la guía). Buscaremos a tu novieta en Hoian, pero ¿podrías describirla un poco más, por favor, jejejeje?. Bueno, seguro que es la más guapa de allí.



Ahí dejo nuestras entradas a Vietnam, pegaditas en nuestros pasaportes (demasiado vacíos para mi gusto, por cierto).

viernes, 20 de abril de 2007

"Revivir" épocas pasadas

Viajar a Cuba es viajar a un pais donde no ha pasado el tiempo. Desde que aterriza el avión, ya te das cuenta de que lo que has hecho ha sido un viaje temporal al pasado: los coches, los edificios, etc, son de los años 50 ó 60 y hasta los escasos coches modernos que se cruzan por sus calles, te parecen fuera de lugar. Esto es mágico, pero,... también triste, porque los años pasan factura a todo allí y no hay nadie que lo arregle. Como nos decía Rafael, (un buen amigo cubano y aprendiz de santero que conocimos allí), "aquí todo funciona hasta que deja de funcionar. Cuando lo hace, ha muerto para siempre; nadie arregla nada"



Aún así La Habana es una ciudad alegre: está envuelta en colores y música, y la sonrisa siempre presente en todos y cada uno de sus habitantes, hace que a veces te olvides de la suciedad de sus calles, del racionamiento escaso de alimentos y productos para la higiene a la que están sometidas sus gentes, y sobre todo, de la falta de libertad que tienen que sufrir por el regimen castrista.



Nosotros fuimos con ganas de conocer un pais comunista, pero lo que vimos nos llenó de decepción. Es cierto que la educación y la sanidad ocupan un lugar importante allí, pero por desgracia, también lo ocupa el miedo, la represión, la falta de libertad y,...el hambre (no la hambruna que azota muchos paises, por ejemplo, africanos, pero sí una cartilla de racionamiento que resulta ridícula para una persona adulta). A pesar de eso, todos son-parecen felices, pero cuando el cambio, no muy lejano, les envuelva en el halo del capitalismo, muchos echarán de menos esa limitada cartilla de racionamiento.

Pero esa sensación de querer volver alli, de haber pasado poco tiempo, también nos acompañó en este viaje.

Además tuvimos la suerte de conocer a dos personas estupendas, que nos acompañaron (sin ningún tipo de interés económico) y enseñaron toda La Habana (hasta rincones donde pocos turistas se atreverían a visitar), y nos abrieron las puertas de su casa.











Rafael y Shaily, nunca os olvidaremos.