lunes, 23 de abril de 2007

Aire Puro en las venas!



Cuando viajamos nos interesa conocer otras culturas, otras formas de vivir, pero,..., ¿hace falta salir fuera para enriquecernos con otras formas de vida?.


Este fin de semana hemos hecho una escapada a Asturias, concretamente a una aldea llamada Fresnedo, para hacer la Senda del Oso.


Llegas allí y te impregna un olor a pueblo, a pan de escanda (hecho con harina de maíz en vez de de trigo, porque, según nos explicó un lugareño, en las montañas no se puede plantar trigo). Nosotros, urbanitas del demonio, nos embobamos con las explicaciones, pero también con las gallinas correteando por tus pies, los horreos llenos de mazorcas de maíz colgando de sus postes (¡ahora por fin entiendo para que quieren tanto maíz!).


La sensación de que te despierte el canto de un gallo en vez el sonido del odioso despertador, hace que te olvides por completo de la rutina que nos envuelve a diario. Es una inyección de aire fresco que te recarga de energía y que te permite volver a empezar la semana con un poquito más de optimismo, cerrando los ojos y pensando en verde!.

viernes, 20 de abril de 2007

"Revivir" épocas pasadas

Viajar a Cuba es viajar a un pais donde no ha pasado el tiempo. Desde que aterriza el avión, ya te das cuenta de que lo que has hecho ha sido un viaje temporal al pasado: los coches, los edificios, etc, son de los años 50 ó 60 y hasta los escasos coches modernos que se cruzan por sus calles, te parecen fuera de lugar. Esto es mágico, pero,... también triste, porque los años pasan factura a todo allí y no hay nadie que lo arregle. Como nos decía Rafael, (un buen amigo cubano y aprendiz de santero que conocimos allí), "aquí todo funciona hasta que deja de funcionar. Cuando lo hace, ha muerto para siempre; nadie arregla nada"



Aún así La Habana es una ciudad alegre: está envuelta en colores y música, y la sonrisa siempre presente en todos y cada uno de sus habitantes, hace que a veces te olvides de la suciedad de sus calles, del racionamiento escaso de alimentos y productos para la higiene a la que están sometidas sus gentes, y sobre todo, de la falta de libertad que tienen que sufrir por el regimen castrista.



Nosotros fuimos con ganas de conocer un pais comunista, pero lo que vimos nos llenó de decepción. Es cierto que la educación y la sanidad ocupan un lugar importante allí, pero por desgracia, también lo ocupa el miedo, la represión, la falta de libertad y,...el hambre (no la hambruna que azota muchos paises, por ejemplo, africanos, pero sí una cartilla de racionamiento que resulta ridícula para una persona adulta). A pesar de eso, todos son-parecen felices, pero cuando el cambio, no muy lejano, les envuelva en el halo del capitalismo, muchos echarán de menos esa limitada cartilla de racionamiento.

Pero esa sensación de querer volver alli, de haber pasado poco tiempo, también nos acompañó en este viaje.

Además tuvimos la suerte de conocer a dos personas estupendas, que nos acompañaron (sin ningún tipo de interés económico) y enseñaron toda La Habana (hasta rincones donde pocos turistas se atreverían a visitar), y nos abrieron las puertas de su casa.











Rafael y Shaily, nunca os olvidaremos.

martes, 17 de abril de 2007

Marruecos en el punto de mira



Escuchando estos días las noticias sobre los atentados de Casablanca, y sobre los rumores de que los magrebíes tienen como objetivo "recuperar" el Al-Andalus, me he puesto a recordar nuestra cortísima escapada a Marruecos (y también, por qué no decirlo, haciendo caso a alguién de los que leen esto, que me ha animado a escribir sobre viajes pasados).
Fueron apenas 4 días en los que nuestro destino final era Fez.
A pesar de lo poco que pudimos disfrutar de aquello, se me quedó grabada la sensación de estar muyyyyy lejos de nuestras costumbres, aún cuando apenas nos separan unos kilómetros de mar.
Allí todo impresionaba, sus gentes, sus modos de vida ,...pero sobre todo, ese colorido que lo impregna todo.
Es cierto que no todo era mágico. En algunos momentos te sentías "acosado" por la gran cantidad de vendedores que te lo querían vender absolutamente todo, cosa totalmente lógica y respetable si no fuera por el hecho de que algunos se aprovechan de la orda de turistas para intentar timarlos.
Se me quedaron pequeñas cosas grabadas, como escuchar continuamente los gritos de "balak, balak" a nuestras espaldas, y es que ese era el "claxon" de los dueños de los numerosos burros que circulaban por esas calles en las que apenas cabían.
No sé, la sensación de querer volver allí, de pasar más tiempo y mezclarme más con sus gentes, cada vez es más fuerte, y ni las noticias ni el miedo me convencen de que lo que hacen 4 desalmados se pueda extender al resto.