martes, 25 de septiembre de 2007

La fuente de la vida

Paseábamos por Budapest, a unas pocas horas de coger el avión que nos volvería a traer a Madrid cuando descubrimos un lugar un tanto extraño y pintoresco. A priori era una turistada pero como no nos daba mucho tiempo a más y durante esos pocos días que duró la escapada ya nos pateamos toda la ciudad de Budapest, decidimos entrar.
Se trataba de un laberinto que discurre por debajo de todo al barrio del Palacio Real, y que en la época en la que éste estaba habitado, servía de refugio así como de conexión entre algunas zonas del barrio.
Caminamos un buen rato entre las grutas que dibujaban el laberinto, a menudo teniendo que volver sobre nuestras pisadas por llegar a un punto sin salida alguna. Al salir de una pequeña oquedad, se nos abrió ante nosotros una amplia estancia con una fuente en el centro.
La fuente tenía 4 chorros y la sorpresa vino al acercanos a ella y descrubir que de cada uno de los chorros caía vino. Nuestro escepticismo nos hizo pensar que no sería vino sino agua coloreada por lo que decidimos probarlo (tampoco había indicaciones de no hacerlo). Efectivamente era vino, aunque, eso sí, con un gran porcentaje de agua también, lo que te frenaba el impulso de quedarte allí saboreando todo el vino que quisieras hasta caer borracho como una cuba.
La historia resultó cuanto menos graciosa y anecdótica y el laberinto "turístico" una agradable última sorpresa antes de volver a casa.

jueves, 6 de septiembre de 2007

Vacaciones Naturales o ... Naturistas


Estas minivacaciones has sido diferentes. Teníamos que elegir un sitio de playa por aquello de que nuestro pequeño guerrero también disfrutara de los últimos resquicios de verano.
Como los típicos destinos playeros, así como los hoteles de los mismos, no son nuestro fuerte, decidimos buscar algo que por lo menos nos aportara una experiencia diferente.
Nuestro gusto por lo natural (y por qué no decirlo, la basta experiencia como naturistas), nos llevó a decantarnos por el único hotel naturista de España, que se encuentra en la costa almeriense, más concretamente, en Vera.

La estancia es, cuanto menos, curiosa, a la par que natural. La sensación de estar todo el día como nuestras madres nos trajeron al mundo, es muy gratificante.
Estamos acostumbrados a perdernos en alejadas playas nudistas, donde, con suerte, sólo tienes unos cientos de metros en los que se te "permite" despojarte de la ropa y, aún así, ser centro de miradas, no del resto de naturistas, si no de los muchos mirones que se empeñan en que su paseo matutino por la orilla tiene que ser justo por ese trocito de playa.

Pero en este innovador hotel es distinto porque la gente está agusto. Hay familias enteras, parejas de ancianos, gente de todo tipo, nacionalidad, etc, y sobre todo, hay gente que se respeta entre sí y donde no se mira la esculturalidad de los cuerpos (son admitidas la celulitis, los michelines, y cualquier estrago propio de la edad o de la vida sedentaria y el buen comer).

También hay sitio para los pequeños escarceos amorosos entre parejas, sólo descubiertos por ojos conocedores, pero siempre en la discrección de alguna azotea o en algún jacuzzi supuestamente cerrado en horario nocturno, siempre respetando y nunca delatándolo.

P.D. La foto forma parte de la galería de fotos que el propio hotel tiene en su página web.