Escuchando estos días las noticias sobre los atentados de Casablanca, y sobre los rumores de que los magrebíes tienen como objetivo "recuperar" el Al-Andalus, me he puesto a recordar nuestra cortísima escapada a Marruecos (y también, por qué no decirlo, haciendo caso a alguién de los que leen esto, que me ha animado a escribir sobre viajes pasados).
Fueron apenas 4 días en los que nuestro destino final era Fez.
A pesar de lo poco que pudimos disfrutar de aquello, se me quedó grabada la sensación de estar muyyyyy lejos de nuestras costumbres, aún cuando apenas nos separan unos kilómetros de mar.
Allí todo impresionaba, sus gentes, sus modos de vida ,...pero sobre todo, ese colorido que lo impregna todo.
Es cierto que no todo era mágico. En algunos momentos te sentías "acosado" por la gran cantidad de vendedores que te lo querían vender absolutamente todo, cosa totalmente lógica y respetable si no fuera por el hecho de que algunos se aprovechan de la orda de turistas para intentar timarlos.
Se me quedaron pequeñas cosas grabadas, como escuchar continuamente los gritos de "balak, balak" a nuestras espaldas, y es que ese era el "claxon" de los dueños de los numerosos burros que circulaban por esas calles en las que apenas cabían.
Fueron apenas 4 días en los que nuestro destino final era Fez.
A pesar de lo poco que pudimos disfrutar de aquello, se me quedó grabada la sensación de estar muyyyyy lejos de nuestras costumbres, aún cuando apenas nos separan unos kilómetros de mar.
Allí todo impresionaba, sus gentes, sus modos de vida ,...pero sobre todo, ese colorido que lo impregna todo.
Es cierto que no todo era mágico. En algunos momentos te sentías "acosado" por la gran cantidad de vendedores que te lo querían vender absolutamente todo, cosa totalmente lógica y respetable si no fuera por el hecho de que algunos se aprovechan de la orda de turistas para intentar timarlos.
Se me quedaron pequeñas cosas grabadas, como escuchar continuamente los gritos de "balak, balak" a nuestras espaldas, y es que ese era el "claxon" de los dueños de los numerosos burros que circulaban por esas calles en las que apenas cabían.
No sé, la sensación de querer volver allí, de pasar más tiempo y mezclarme más con sus gentes, cada vez es más fuerte, y ni las noticias ni el miedo me convencen de que lo que hacen 4 desalmados se pueda extender al resto.